The Thorn Blog - Mirror space of A Lucy Nation

viernes, octubre 13, 2006

Requiem for a dream

Entiendo tantas cosas ahora...

jueves, octubre 12, 2006

yosoyloqueyonosoy

Ser o no ser.... Esa es la jodida pregunta.

Puedes encontrarla donde sea, en todas partes. En un libro, en el momento cuando la cabeza de un bebé se está asomando por una vagina (podemos oir el llanto), en el momento cuando una mujer de 30 y tantos años está observando el tren que se aproxima (pude oir su sangre como aceite hirviendo. Eléctrico)... o simplemente cuando te despiertas.

Y

cada

pequeño

segundo

antes

de

volverte

a

dormir.


Vamos a dejarlo claro. Realmente no me gusta este lugar. No me gustan tus ojos. No me gustan tus amigos. No me gustas tú. No puede gustarme algo que ni siquiera existe. (¿Te gusto? ¿Quieres un pedacito de mi cerebro?)

Están Aquí. Ahora mismo. Escucha. Ugh. Ese ruido rasposo. Es como... una cuchara oxidada tratando de cortar un hueso. Vienen por mí. ¿Acaso se detendrá alguna vez? Maldición. Temo lo que pudiera significar que se detenga...

(inserte mensaje subliminal aquí) Muack!

Estoy viviendo 'al borde'. No estoy aquí. Pero tampoco estoy allá. (halo 12, 2.6). Pero la transición es lo peor.

Hay un momento que está faltando. Debo encontrar ese momento pero si está faltando... ¿acaso existió alguna vez? ¿Acaso no pertenece al no tiempo-no espacio?

Eheheh, Estoy seguro de que los Nihilators me ayudarán. Las mejores tropas en este jodido universo. El proceso puede que no sea el más... placentero... pero soy un hedonista distópico después de todo.


Pulsa stop y cambia la cinta.

No sé donde estaba, y aún si conozco este lugar, no sé donde estoy.

Puedo sentir sus enredaderas y tentáculos clamándome de vuelta a este estado de conciencia que llamas realidad. ¡¡¡MALDITO IDIOTA!!! Me visten y me hacen yo. Programan la interfaz bioquímica, la red neural y el hueco vacío en el pecho. Pero no soy eso. Esto es sólo un paseo.


Vamos a dejarlo claro. La gente nunca entiende esto. Realmente me gusta este lugar. ¡YO AMO ESTE MUNDO! Y a los humanos también, son tan... interesantes... fascinantes en verdad. Estoy fascinado con la aplastante naturaleza de la existencia y es esta fascinación lo que hace la vida menos... insoportable. Este es mi Genio del Sufrimiento, esta es mi Ciencia del Descontento. (¿Me odias? ¿Quieres un pedacito de mi sexo?) Y yo siempre fui así...

Esta es la Era del Vacío.

Dios salve a la Máquina.

Lucy Phermann © 2006
Lucy Phermann.
Ho Kategoros.


sábado, octubre 07, 2006

El Globo de Helio: Un cuento para niños Por Lucy Phermann

For the english version read: The Helium Balloon. A tale for kids By Lucy Phermann

Cuando era niño siempre quise un globo de helio. Nunca lo tuve. De alguna manera, mis padres siempre evitaban comprarme uno. Supongo que no querían arriesgarse a que lo perdiera y me pusiera a llorar. Es la ironía de los globos. Los niños saben que el globo explotará de un momento a otro, pero aún así hacen lo que sea por tener uno. Es fascinante cuanto significan para un niño. Algo tan simple como una goma llena de aire. Tan simple pero que proporciona tanta diversión a la vez… y cuán trágico es perderlo. Cuan triste cuando llega ese momento, que negábamos en nuestras mentes. Que simplemente no aceptábamos. Queríamos que durara para siempre. Pero era una idea fútil, y no escapábamos de la realidad.
De todos los globos de helio, unos en especial llamaban mi atención. Aquellos que se salían de las manos de sus dueños y se elevaban en el cielo, cada vez más alto, hasta perderse entre las nubes. Perderse. Uno de los mayores temores de un niño y de un adulto también. ¿Alguna vez se llegaron a extraviar, aunque sea por un instante, encontrándose fuera de la protectora presencia de sus padres? Seguro que sí. ¿Recuerdan esa terrible sensación de angustia que se apoderaba de nosotros en ese momento? ¿El terror frente a la posibilidad de no volver a la segura compañía de nuestros padres, a hallarnos indefensos ante peligros que quizá ni siquiera conocíamos? Pues la historia que les voy a contar tiene mucho que ver con esa sensación. Y con los globos de helio por supuesto.
Había una vez un globo de helio. Cuando nació, lo amarraron a un racimo de otros globos de helio recién nacidos. Nunca se sintió cómodo con esto. Estar atado no le agradaba. Además, la brisa soplaba y lo hacía chocar contra sus hermanos. A ellos no parecía importarle esto. Eran como cachorritos esperando por un niño que los comprara y jugara con ellos. Pero para el globo, la cuerda que lo sujetaba era un grillete que le impedía llegar a aquellos lugares que anhelaba. Y miren ¡qué cosas tiene la vida!, resultó ser que la cuerda estaba roída en un punto y se rompió. El globo no lo pensó dos veces y salió volando, hacia su libertad, hacia sus sueños. Su alegría era tanta que casi explota. ¡Al fin podría alcanzar los lugares que sólo había soñado en su interior lleno de helio! Fue ascendiendo, desafiando la gravedad, mientras humanos y otros globos seguían atados a la tierra. Al principio, uno que otro niño lo notaba en el cielo y lo observaba un rato. Hasta que los edificios o las nubes lo tapaban. O hasta que el sol encandilara sus ojos. O simplemente hasta que perdieran el interés en seguir viendo, lo cual no tomaba mucho tiempo. Y el globo seguía ascendiendo, alejándose cada vez más del planeta. De ese mundo lleno de niños y de globos y de otras extrañas criaturas. Y pronto, ya nadie allí se acordaba del globo. Era un ente ajeno, ignorado. Y el globo seguía ascendiendo, cruzó la atmósfera terrestre y se encontró en el espacio. Era más hermoso de lo que había pensado, y más aterrador de lo que había imaginado. Vio al Sol, a Marte, a Júpiter, a Venus. Vio galaxias, nebulosas, enanas blancas, vio estrellas nacer y morir, en un espectáculo solo antes presenciado por dioses. Y el globo seguía ascendiendo. Y pasaron años, décadas, siglos y por alguna razón, el globo no estallaba ¿Sería posible que Dios se hubiese olvidado de que existía? Ahora el globo se daba cuenta de que estaría vagando para siempre en la nada. Ya no había nada a su alrededor. Ya no sabía cuando tiempo había transcurrido desde que había abandonado aquel lugar. Aquel lugar donde nació y que a pesar de todo, era lo único que alguna vez había sido su hogar. Y ya nunca volvería allí. Y mientras el tiempo transcurría, el globo de helio simplemente seguía flotando en las desoladas inmensidades del infinito. Y así estuvo por siempre, vagando, flotando, ascendiendo. En la nada. Solo. Eternamente.

Lucy Phermann ©2005